Próximamente en nuestra sala

El año pasado publiqué un librito titulado: 20 Things Your Designer Will Never Tell You. Mi intención era más que nada diagramar un libro. Montar texto e imágenes de punta a punta. Diseñé un par de portadas, monté cuadrículas y puse algunas críticas en la contratapa.

Solo entonces se me ocurrió que me haría falta un texto… así que empecé a escribir. Desde el principio era obvio que hablaría de diseño en general pero no sabía de qué exactamente. Entonces mi colega y amigo Joaquín Arroyo, me sugirió escribir sobre las veinte quejas más comunes entre los diseñadores gráficos. Solo veinte, como para empezar.

– No será muy difícil – me dijo Arroyo -, porque ustedes para quejarse son la hostia. Que los clientes no entienden, que el software está desactualizado, que el hardware está lento o que hay mucha humedad… que qué sé yo, pero siempre es algo.

Según él, eso de hacer 20 ítems me mantendría enfocado y también ayudaría más tarde con el tema del marketing. Marketing de qué, todavía no estoy seguro, pero la idea funcionó… hasta cierto punto. La mayor parte la escribí en inglés y después traduje algunas cosas del español. Sin mucha prisa.

Al tiempo sacamos una edición pequeña con la idea de distribuir unas cuantas copias entre los amigos, recibir algo de feedback, corregir y volver a imprimir. Un año más tarde todavía estoy corrigiendo pruebas y llega Arroyo (que en algún momento se apropió del título de Editor en Jefe) y me dice que tenemos que empezar a trabajar en la versión en español. Dice que existe un mercado latente y que debemos aprovechar el momentum del libro de las 20 cosas.

Este fue el intercambio:

– Ni siquiera he vendido veinte copias de un libro lleno de agujeros que todavía no puedo parchar y ya querés empezar a trabajar en el próximo libro.

Relax my friend! El español te va a ayudar con esos agujeros narrativos de los que tanto hablás. Y aparte, ya conseguí una traductora para que empiece con el first draft.

– ¿Una traductora?

– Sí, una muchacha muy mona que viene muy recomendada.

– ¿Y de dónde viene tan recomendada?

– Ella es vietnamita, (¡!) pero habla perfecto español. Hizo un postgrado en Madrid. La madre es catalana.

– ¿Una traductora vietnamita?

– No sé por qué ponés esa cara. Olga Unga, se llama. Es muy talentosa. Colaboró en un libro de poesía con la editorial Road Kill y también trabaja con un abogado en un estudio de inmigración, en Manhattan. Ahí hace traducciones full time. Vos sabés… partidas de nacimiento, actas de defunción, actas de divorcio. Con ese tipo de documentos si uno no encuentra el tono y el ritmo desde un principio la traducción se puede ir al carajo.

Indeed, my friend. El carajo no está muy lejos si uno se embarca con una traductora vietnamita.

– Ya empezás con tu negatividad pueblerina. Yo ya le pasé trabajo a Olga y tendrás que ver lo bien que le ha quedado el primer capítulo. Le ha quedado cachondo… al menos yo me he reído bastante. Creo que le ha agregado vida a la cosa.

– Pensé que el original era gracioso. ¿Qué le puede haber agregado esta Olga Unga? ¿Y qué significa cachondo?

– Es una palabra muy de Olga. Porque ella tiene mucho… ¿cómo te explico? Color local, digamos. Y eso se nota en la página. Porque sin ánimos de ofender, compadre, pero usted en español tiene una voz más bien monótona.

– ¡Ay compadre! Que me parece que vamos a terminal mal…

– No es para que te ofendás, loco. Te lo he dicho muchas veces pero no te entra… Siempre que tratás de escribir como Borges armás un pastiche de novela.

Y la verdad es que a ese argumento no hay con qué darle.

Así fue como Olga Unga pasó a formar parte del proyecto y por eso es que algunas secciones de la presente edición suenan… francamente ibéricas. Más tarde se nos hizo difícil despedir a la traductora. En algún momento le insinuamos que no podríamos pagarle y se lo tomó tan mal que pensamos que se haría el harakiri ipso facto.

– ¡No es mi estilo! – dijo Olga Unga, llorando -. Yo empiezo proyecto y yo termino proyecto. Ese es mi estilo. El dinero no es mi estilo… Dinero, no importante.

– Dinero no importante – repitió Arroyo, impresionado con la revelación y ya no tocamos  el tema. Un par de días después, y luego de algunas copas, Arroyo me confesó que el episodio le había causado sueños eróticos con la traductora.

– Imposible discutir con esta china – me dijo el editor, mirando el fondo de su trago -. Es pequeñita pero explosiva. Pura dinamita, compadre. El papá era japonés pero la madre es catalana. Imaginate qué combinación. Carácter volcánico y carita de geisha.

DosCover V2@4x

La versión (casi definitiva) de la portada en español. Próximamente en ésta sala.

Resumiendo, así es como un libro que en inglés se llamó: 20 Things Your Designer Will Never Tell You, pasó a llamarse: El Diseñador Ausente. Otro de los aportes de la traductora.

Go figure!

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