¿Cómo llegué hasta aquí? ¿En qué momento me desvié y abordé esta página perdida en medio de páginas perdidas? Si llegué hasta aquí es señal de que el computador funciona. ¿Y con eso qué? ¿Para qué me sirve este avance tecnológico? Estoy conectado, ergo existo. Pero, ¿conectado con quién o con qué? Y sobre todo: ¿para qué?
Puedo leer cualquier periódico de cualquier lugar del mundo. Las noticias ocurren en tiempo real y uno solo necesita acceso a la red para estar informado. Veinticuatro horas al día los siete días de la semana. ¿Y con eso qué? El computador parpadea y se detiene caviloso. ¿Qué pensará el computador? En algún sector de la memoria hay un spyware que almacena información. Es un algoritmo preciso que habita sectores secretos de mi disco duro. Y yo sigo aquí, completamente al margen, navegando internet mientras el spyware transmite información a una base de datos en Australia o la China.
¿Y para qué? ¿Tratarán de venderme algo desde el otro lado del mundo? No me interesa, ya no tengo dinero. Tratarán de explicar mis necesidades de acuerdo a un algoritmo que estudia mis búsquedas en Google. ¿Cuántas veces he visitado esta página? El algoritmo razona de acuerdo a cierta matemática ineludible. Investiga probabilidades y decide: A éste tío le voy a vender las obras completas de Borges. La lógica es infalible. Pero eso es demasiado obvio. No hace falta un algoritmo muy lúcido para darse cuenta. Aparte no puede venderme nada; yo ya tengo las obras completas de Borges. Una edición de bolsillo: Alianza / Emece. Páginas amarillentas a causa de los años, la humedad o la desidia. ¿A lo mejor puedo conseguir una edición digital? Epub, el formato del futuro.
Ficciones, de Borges. Edición electrónica.
Consumo, luego existo. Ahora que lo pienso, toda la música que alguna vez compré en casetes, más tarde la volví a comprar en CD. Después tuve que convertir todo eso a MP3, AAC o AIFF… o lo que fuera para que funcionara en los nuevos devices. ¿Y para qué? ¿Para escuchar música? ¿Para mantenerme al día? ¿Para que mi hijo piense que soy cool? De todas formas soy un ente obsolescente. Mis neuronas ya no son las que eran; o me quedan menos o hay más espacio entre medio. Antes por lo menos tenía que memorizar números de teléfono. Ahora ya no es necesario. El teléfono se comunica con la laptop que a la vez se comunica con la tableta y entre las dos actualizan mis contactos. Luego se comunican con el algoritmo. Más tarde llega un tío a la casa; muy serio, de corbata y portafolios, como los vendedores de Biblias de antes.
– Tengo la obra completa de Borges – me dice, confidencial -. Formato digital. 76 libros en la palma de mi mano. Promoción especial.
¿Cómo decirle que no? La tipografía brilla maravillosa en la pantalla del aparato. Retina Display. Edición digital.
El computador funciona… ergo: sigo posteando.
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