El Capitán López en el siglo XXIII – Dos

Primer encuentro con la Bestia

El desierto

Dio varias vueltas en la arena hirviente. Vio el suelo, vio el cielo, vio piedras y pájaros espantados. A su derecha, el tren era un bólido que se alejaba a más de cien millas por hora. López quedó cegado por el resplandor de los soles y por un dolor punzante en su rodilla izquierda.

– ¿A quién se le ocurre saltar de un tren en movimiento? – preguntó una voz.

Era una emboscada, pensó López. No había escapatoria.

El ruido se alejaba incesante y sin saber por qué, López recordó una bestia bicéfala… Trató de incorporarse y la cabeza le dio un vuelco como si el planeta hubiera girado de golpe. Apoyó la cabeza sobre una piedra y los recuerdos se agitaron como murciélagos en una jaula. • • •

Primer encuentro

El amanecer era una línea pálida sobre el horizonte. Lo demás era silencio y una bruma que borraba el contorno de las cosas. El desierto se extendía inescrutable más allá de la noche. El Capitán López levantó el cuello de su chaqueta y consultó la brújula magnética. Iba a continuar la marcha cuando una bestia de dos cabezas apareció en la oscuridad.

– No se mueva – dijo el Capitán -. ¿Quién es usted?

– Soy una bestia de dos cabezas – dijo la bestia -. Mi nombre es Milton Gutiérrez. Necesitaba hablar con usted.

López sonrió, confundido. Pensó en desenfundar su arma láser pero sintió que estaba a punto de hacer el ridículo. La bestia estaba desarmada y su aspecto era inofensivo.

– Su misión peligra. Debo prevenirlo… – dijo Milton -. Este planeta no es lo que aparenta. ¿Quiere ver la Máquina?

– ¡Ahora no podemos mostrarle la máquina! – se quejó la segunda cabeza.

– En algún momento tendrá que ver la máquina.

El Capitán creyó reconocer los rostros de la bestia… ojerosos y cansados como si hubieran pasado la noche en vela.

– ¿Qué significa la máquina? – preguntó López, pero la bestia había desaparecido. • • •

La habitación

Despertó en una habitación sin techo.

A su lado, una anciana de ojos oscuros leía el TV-Guía.

– ¿Dónde estoy?

– Es un lugar seguro – dijo ella, sin apartar la vista de la revista -. No tiene por qué alarmarse.

– Es una habitación sin techo – dijo López.

– Muy observador. El golpe no le ha afectado el cerebro.

– ¿Dónde está la joven?

– Afuera. Los encontraron en el desierto.

– Soñé con una máquina sagrada.

– Es natural – dijo la anciana -. Esta bajo los efectos de las drogas.

– ¿Pero la máquina existe?

– Sí – dijo ella -. La Máquina del Profeta Efraín, un ingeniero que perdió el juicio. Este planeta le hace perder el juicio a cualquiera. La luz interminable de estos soles puede volver loco a cualquiera. Aquí los días duran treinta y seis horas y media. La existencia es lenta. Hasta las moscas se demoran en levantar vuelo.

– Tengo que hablar con la muchacha.

– No tiene por qué afligirse, Capitán. Todo el tiempo del universo se acumula en éste planeta olvidado. Solo así podremos esperar la muerte. • • •

2 comentarios sobre “El Capitán López en el siglo XXIII – Dos

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  1. Me gusta el estilo y el suspenso que crea pero no podría haber algo como expendedoras de aire, créditos de líquidos reciclados para la supervivencia, pueblos que se sublevan en cadena por ejemplo en Africa, Asia o Latinoamérica…

  2. «¿Cuál es el secreto de Soylent Green? El año es 2022. La gente es la misma. Harán cualquier cosa para conseguir lo que necesitan. Y lo que necesitan es Soylent Green…»
    Esa era la publicidad de Soylent Green, una película con Charlton Heston de los setenta y tantos. Si andás buscando comentario social y un poco de acción retro. Aunque ya te imaginarás cual es el secreto del Soylent Green.

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